Gil Imaná Garrón, es, sin lugar a
dudas, uno de los referentes de la pintura contemporánea que ha hecho del arte
nacional, un baluarte, una tendencia y una presencia que ha trascendido en las
salas de exposición más importantes del mundo. Él es Gran Premio Pedro Domingo
Murillo (1985), Obra de vida (2004), Premio Nacional de Culturas – Bolivia
(2004), Condecoración Cóndor de los Andes - Bolivia (2014); y –justamente- Sopocachi ha sido testigo de la creación de
gran parte de su obra, pues su taller se situó en la Av. 20 de Octubre, y que
compartió con su compañera de vida, la artista Inés Córdova Suárez.
Tal es el cariño de Imaná hacia
nuestro barrio, que dejó impreso su estilo en un bello mural situado en la
calle Boyacá y Gustavo Medinacelli, para el deleite de cada uno de
nosotros.
Es viernes, lo visitamos en compañía
de Gladys Quiroga, su amiga desde la adolescencia, nos recibe con mucho cariño.
Su hogar es en Calacoto. Gil Imaná, nació en Sucre, cuando la Guerra del Chaco,
finalizaba, testigo -desde entonces- de hechos que marcaron a la humanidad,
pero no sólo fue espectador, sino artífice…
“Sopocachi
ha sido cuna de artistas…”, menciona, “(…) ahí vivió Juan Rimsa,
ahí tiene su casa Cecilio Guzmán de Rojas, para citar los más importantes (…),
pero permanentemente ha servido de taller, de fuente de inspiración y también
de crisol donde se encontraron 100 que al final terminaron 10 o 15, ese crisol
de calidad se lo ha visto en Sopocachi, por algo es la sede de la Academia
Nacional de Bellas Artes Hernando Siles, que el año 1930, se fundó, justamente
para fomentar las artes plásticas… por ahí ha pasado también, Solón Romero;
Enrique Arnal ha sido profesor, han estado los Lara… y bueno sería difícil
enumerar… pero eso sí quiero manifestar la alegría inmensa que tengo al saber
esta noticia que me llena de profunda alegría”… (En referencia a Mito
Urbano).
Mito
Urbano (MU): Señor
Imaná, ante todo le agradecemos por esta posibilidad de visitarlo en su hogar,
por su afecto, hagamos un breve recuento de su vida, díganos: ¿cuáles fueron
los aspectos fundamentales de su niñez… qué le marcó?
Gil
Imaná (GI):
En mi niñez hay aspectos fundamentales,
que marcan mi vida. El año 47 muere mi
padre, maestro, a los 50 años de edad, nosotros quedamos chicos, un montón de
chicos 5, 6; (…). Y, el 27 de marzo de 1948 se sacude la ciudad, con un fuerte
terremoto, en la escala era 6,8 más o menos, pero se cayeron casas, algunos de
los apóstoles, que están en el reloj de la torre de la Catedral [Sucre], se vinieron abajo, otros quedaron apoyados
(…).
Un
poco tomando a broma es el drama tremendo que hizo que no tengamos comedor, que
no tengamos cocina, no tengamos baños; durante más de 6 meses; hemos tenido que
ir a la cancha de Wayra Pata, obligados por las circunstancias.
Pasa
el tiempo, 2 o 3 meses y escuchamos un ruido rarísimo [imita], pero permanente,
y que ascendía cada vez con fuerza (…): “pack, pack, pack”, golpes en los
vidrios… Era una plaga de langostas, de 10 cm., pero no eran 10, ni 100, ni
1.000… eran millones… cubrieron la ciudad, cubrieron los campos, no quedó una
hoja verde, en toda el área, nos acompañaron durante 3 años, hasta que después
tomaron otro rumbo…
Entonces,
estos hechos que marcan, (…) en el orden personal…
Ese
año que murió mi papá, yo le había dicho que no quería estudiar colegio, sino
que yo quería estudiar pintura, él me dijo: “no hijito, primero bachiller y
después estudias lo que quieres”… fue mi profesor Rimsa a hablar, y le
manifestó: “tiene que Ud., autorizar, a que “Gilito”, venga con nosotros, yo
voy a estar 3 años, sólo 3 años en Sucre, después, escuelas han de haber,
colegios siempre, no se va perjudicar… más bien va aprender una profesión, que
en algún momento puede servirle”… y me sirve para toda la vida….
Aceptó
mi padre y ese año murió.
Entonces
yo seguí con el curso Superior de Bellas Artes Rimsa, era el nombre que
teníamos. Trabajando mañana tarde y noche, una docena de discípulos…
MU: ¿Cuántos
años tenía Ud., cuando ingresó a la Escuela de Juan Rimsa?
GI:
El caso mío, era especial, ellos
tenían 20 años, 18, 17, yo tenía 10, y, sin embargo, cada uno de los compañeros
me ayudaba, me indicaba, y eran como ayudantes del Maestro. En realidad [ahora] yo soy el
único sobreviviente del grupo, de todo el grupo (…).
MU: ¿Cómo era
Juan Rimsa?
GI:
Maravilloso. De aspecto “jesucristiano”,
una barbita media rubia, ojos claros, azules, de baja estatura, tenía una
deformación en la columna vertebral, por eso andaba con una deformación
particular. Pero hombre bueno y generoso (…). Pocas veces lo he visto de mal
humor, más bien él nos incitaba a la alegría, nos decía: “están cansados, vamos
a descansar”, luego... todos sentados en las gradas… leíamos libros (…). “Ahora
vamos a estirar las cuerdas bucales”, expresaba, y aprendimos algunas canciones
en ruso, que en ocasiones, cuando venía gente, matizaba la reunión con los
coros.
MU: ¿Qué pasó
después de terminar el curso con Rimsa?
GI:
Éramos dos de un grupo de 6 ó 7
pintores que habíamos en Sucre, pintores incipientes, que comenzaban y teníamos
el Salón de Primavera, el Salón del los amigos del arte… y como naturalmente
madura la fruta, maduró nuestro pensamiento y salimos a diferentes ciudades. Con
mi hermano [Jorge] fuimos a Potosí, Oruro, La Paz, volví… y
después yo quise salir solo (…).
MU: ¿Cuál fue
su primera exposición individual?
GI:
“(…) fue en el Salón de Honor de la
Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca. Ahí fue mi primera muestra de
acuarelas.
MU: ¿Y… cuál es
la más relevante, según Ud.; fuera de Bolivia?
GI:
Exposiciones lindas como la de Moscú;
Aram Khatchaturian el músico [compositor ruso de origen armenio] la presentaba; se tocaron las notas del
himno boliviano, y me hizo una presentación elogiosa.
Luego
en la Unión Soviética, también en Leningrado, exposición en el famoso Museo El
Hermitage, el museo más grande del mundo, (…) era el Palacio de invierno del
Zar.
En
ese otro lado, en México, el único boliviano, hasta ahora en tener una
exposición individual en el Palacio de Bellas Artes de México, ahí en los
muros, la obra de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros,
Rufino Tamayo, es decir lo más grande de la pintura mexicana, y ahí en la Sala
Internacional, con letras de un metro: “Gil Imaná – Bolivia”. Mucha gente, muchos amigos. En esa época se
podía formar un gabinete con los ex ministros que habían decidido radicar por
exilio… allá en México.
Luego
otra exposición, en Concepción, Chile, donde habló de la pintura boliviana y de
mi obra el conocido poeta Pablo Neruda…
La
de Barcelona, también, una exposición en la Sala Gaudí,
(…) en la que más vendí en mi vida, y Gladys es testigo, de 40 obras vendí 30,
pero los porcentajes, los costos de comisión de la galería se llevaron más de
la mitad del valor de las obras.
Yo
creo que cada una de las exposiciones tiene su particular importancia y sus
características, de manera que algunas con resultados más óptimos, otras no
tanto, y otras sin ningún resultado económico.
MU: ¿Nómbreme a
sus amigos, que trascendieron en las artes?
Pablo
Neruda, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Jose María Arguedas, Benjamín Carrión,
Oswaldo Guayasamín, Augusto Roa Bastos, Jesús Lara, Carolina María de Jesús,
Alejo Carpentier, Adolfo Costa du Rels, con él hemos tenido una amistad, muy,
muy especial, maravillosa.
Adolfo
Costa du Rels, decía en pocas palabras: “la pluma se inclina reverente ante el
pincel” (…). Tenía citas muy lindas.
Yo
creo que he tenido la suerte de conocer grandes, de la Argentina Héctor Pablo
Agosti, después del Uruguay a Martínez Moreno, a Mario Benedetti.
MU:
¿Cómo
era Augusto Roa Bastos?
GI: Muy afable, pequeñito nomás, de cuerpo
ancho. Vio una de mis obras, señaló con
el dedo y me dijo “esta quiero, para la tapa de un libro mío”, encantado le di,
y salió una obra: “El hijo del hombre”, edición húngara con la tapa de Gil
Imaná, pintor boliviano.
MU:
¿Alejo
Carpentier?
GI: Alejo era un catedrático por excelencia,
hemos coincidido en Venezuela; después hemos estado con él en Chile. En
Bulgaria hemos sido –ambos- invitados para el Primero de Mayo. En París he
asistido a una conferencia… Él era de origen francés, y su lengua original era
el francés; cuando comenzó su conferencia en una universidad en las afueras de
París, disertó en un español perfecto, era embajador de Cuba en UNESCO, y (…) habló
de Voltaire [textual], entonces unos
estudiantes sinvergüenzas, “Voltaire” [en francés], le corrigió… se dio la vuelta tranquilo, volvió y le dijo: “como yo
veo que todos hablan francés, voy a seguir mi conferencia, de hoy día en
francés... muertos los otros, tuvieron que escapar.
MU:
¿Guayasamín?
GI: Muy irascible, escandaloso, de carácter
más bien fuerte, y decía las cosas que
le parecían, por ejemplo, el rector de la Universidad de Concepción, era un
comunista, y viajaba siempre a Moscú y se traía cuadros de pintores soviéticos…
estábamos reunidos unos 20 intelectuales ahí, siguiendo las indicaciones del
dueño de casa, y le pregunta: “ahora quiero una opinión sincera del maestro
Guayasamín, de los pintores y de la colección que yo tengo, de Rusia”, “no
debería preguntarme, pero ya que me ha preguntado, esto “c’est la merde”, es la
peor muestra que he visto en mi vida, no podría ver nada peor, con razón la
Unión Soviética, es el país más atrasado en arte en el mundo entero, porque
tiene individuos como estos que pintan estas estampitas que no sirven para
nada…, si yo sé que mi presencia le incomoda, Señor Rector, yo me voy… Gil
vamos, me toma de la mano, y juntos salimos de la reunión y nos fuimos a tomar
unos vinos ahí, en un boliche (…).
MU:
¿Pablo
Neruda?
GI: Era poeta de 24 horas, sus palabras eran
poesía, no hacía 5 minutos que nos conocíamos, levanta la mano y dice: “saludo
emocionado al hombre que viene de las altas montañas ferruginosas, donde
solamente viven los cóndores y una gente que parece como tallada por el
tiempo”, eso por ejemplo lo improvisaba, pero es un poema… y todo el tiempo
estaba ahí.
Me
decía “bolivianito”, “boliviano”, pero después al final era “Gili”, era el
nombre que me dio. A él no se le podía
cambiar, se le llamaba Pablo y era Pablo, para dirigirse a él (…).
GI: Una mujer muy sensible, aficionada incluso a
todo lo que hacía, todo lo que hacía, lo hacía con arte, cocinaba muy bien,
creadora como no hay otra, ella comenzó egresada de la Escuela de Bellas Artes
de acá. Como pintora, luego estudió cerámica en Montevideo, de ahí se fue a
España, a estudiar en la Escuela Massana, entonces tenía pintura grabado,
cerámica, luego orfebrería, joyas, pero como la creación muy de ella, muy
nueva, juntaba cucharas de plata desechas, medio desechas, para aprovechar ella
como punto central de su nueva joya, y cuando no podía hacer eso, comenzó con
la creación de collage con textiles, y con metales, este collage con metales y
textiles, le ha dado la satisfacción de ser la única ganadora de los 8 premios
de las bienales IMVO, que se realizaron en Bolivia. Fue invitada a realizar un
mural (…) en el Edificio Central de la Organización de Estados Americanos –
OEA. Sencilla, amiga de Gladys…
MU: ¿Cómo la
conoció?
En
dos fases, cuando ella fue, a exponer a Sucre -ella sola-, recibí llamado del
Rector Guillermo Francovich, me dijo “ha llegado una pintora de La Paz, quiero
que vengan algunos pintores jóvenes a ayudarla a exponer en el Salón de honor”,
entonces fuimos y ahí la conocí por primera vez, estuvimos un poco, y luego
volvió ella. Pero, después de muchos
años, yo venía de haber sido profesor de la Universidad en Venezuela, y ella
volvía de haber terminado el curso en la Escuela Massana, (…) ahí nos conocimos
y comenzamos poco a poco, a ahondar ese conocimiento y ver las similitudes en
preferencias, determinados gustos.
MU: ¿Cómo fué su
amistad con Marina Núñez del Prado?
GI: Con Marina yo iba los sábados, ella abría su
casa, me invitaba un api, o un coctelito, “coctelito Marina”, decía, porque era
puro juguito de naranja con unas gotitas de singani, nuestra relación no era
mayor que de sábado a sábado, vernos y comentar las exposiciones, comentar las
novedades…
Un
día estábamos en París, en la Opera de París, y en el intermedio, Inés me dice,
mientras tú te fumas tu cigarrito, yo voy a dar una vuelta… vuelve pronto y me
dice, “no te imaginas, quién está aquí”, Marina Núñez del Prado, “que
maravilla”, vino Marina, nos presentó a su esposo, recién casados, habían ido a
Bulgaria, y de allá se fueron a París, y nos fuimos a comer, salimos de la
Opera, y, ella me dijo: “Inés, Gil, quiero decirles una cosa, yo voy a estar un
mes en París, con mi esposo, quiero que Uds. sean mis invitados, todos los
días, cuando hay dos comidas, dos comidas, cuando hay una sola, una sola, pero
todos los días tenemos que estar juntos, vamos a comenzar a hacer una lista, ir
a los museos, a ver…”.
Entonces,
así poco a poco, escogido por ella iniciamos una amistad, (…) luego [fui] Presidente de la Fundación Núñez del Prado durante 32 años. He
colaborado a veces años completos, de la mañana a la noche… pero feliz de haber
tenido amistades como la de Marina Núñez del Prado, Yolanda Bedregal, Oscar
Cerruto, Enrique Arnal que acaba de morir, Graciela Rodo Boulanger la “Chela
Rodo”, bueno sería difícil dar o enumerar una lista.
MU:
Háblenos
sobre su exposición individual número 100.
Gil
Imaná: Ahora estoy en vísperas de
llegar a mi exposición individual número 100, tengo una invitación para
realizar esa exposición, pero tenemos que dar vueltas esta semana, para ver
algunas características que tenemos que darle porque no es una exposición
cualquiera, es la número 100 y rara vez un artista llega a tener 100
exposiciones individuales.
Mito
Urbano:
¿A quién dedicará esa su exposición…?
Gil
Imaná: No he pensado todavía, pocas
veces han sido dedicadas, pero si tuviera que dedicar a alguien sería a Inés
con amor, a mi esposa, muerta hace 5 años.
Yo
creo que a la hora de llegar casi a cumplir ya las 100 exposiciones
individuales haciendo un pequeño balance veo que mi vida ha sido variada, mi
vida ha sido tormentosa, a veces apacible, siempre triste, pero era una
tristeza que reconfortaba para seguir adelante. Si estoy contento de haber
vivido, estoy ahora más contento, ahora que voy a devolver al pueblo lo que el
pueblo me ha dado…
Pero
si hay algo que me duele mucho, es yo era muy detallista al expresarme y al
ver, analizaba bien las obras y todo, ahora la vista poco a poco se ha ido
yendo, (…) pero sigo dibujando, y no dibujo con los ojos, para dibujar miro
arriba y dibujo con la memoria, con la mente… claro que a veces un ojo me
resulta más abajo o más arriba que el otro, porque no puedo establecer la
comparación, pero igual me da satisfacción y voy a seguir trabajando.